Reforestación
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Por ejemplo: “El Gobierno nacional anunció un nuevo plan de
reforestación para el norte del país”, “Con el objetivo de contrarrestar
los efectos del cambio climático, la organización ecologista promueve la
reforestación de los montes y las sierras”, “La jornada de reforestación
comenzará a las 9 horas y se extenderá hasta el anochecer”.
En general se acepta que la
reforestación se desarrolla en terrenos que, en algún momento de las últimas
cinco décadas, hayan estado cubiertos por plantas pero que, por
alguna razón, hayan perdido su vegetación.
Son varias las causas que
pueden dar lugar a la deforestacion:
la sobreexplotación de los recursos forestales, un incendio, una sequía, el
avance de las zonas urbanizadas y el incremento del número de ganado son
algunas de ellas. Cuando se produce la deforestación y luego se pretende volver
a contar con vegetación en dichos terrenos, se lleva a cabo la reforestación.
Al volver a poblar una
superficie de plantas, la reforestación aporta numerosos beneficios: ayuda a
absorber dióxido de carbono y liberar oxigeno,
protege el suelo de las consecuencias de la erosión, aporta una barrera contra
el viento y permite producir madera.
Más allá de la importancia de
la reforestación, es necesario que las autoridades se encarguen de impedir
el avance de la deforestación. Una vez que se produce la pérdida de los
Objetivos de la reforestación
Los productos forestales de la
reforestación incluyen: madera, pulpa de celulosa, postes, frutas, fibras
y combustibles, las arboledas comunitarias y los árboles que siembran
agricultores alrededor de sus viviendas o terrenos. Las actividades orientadas
hacia la protección incluyen los árboles sembrados a fin de estabilizar las
pendientes y fijar las dunas de arena, las fajas protectoras, los sistemas de
agro forestación, las cercas vivas y los árboles de sombra.
Algunas especies producen
toxinas que inhiben la germinación de las semillas de las otras especies. Las
plantaciones con riego pueden causar conflicto con los demás usuarios del agua
y causar otros impactos ambientales y sociales que son comunes en los proyectos
de riego.
El Plan contemplaba un periodo
de vigencia de 100 años, con sus correspondientes revisiones. Comenzó a
ejecutarse durante la posguerra española, y se desarrolló con más o menos intensidad
durante los 40 años de la Dictadura el general Franco,
languideciendo durante la Transición. Si en los años 50, por ejemplo, se
llegaban a repoblar 150.000 ha al año, en 1989 la cifra no llegó a las
1.000 ha. Estas actividades recibirían en sus primeros tiempos grandes
parabienes, llegando a ser modelo
internacional de referencia, para acabar siendo fuertemente criticadas al advenimiento de la Democracia, finales de los años 70 y durante los 80, como labores autarquicas, totalitarias y propias del Franquismo.
recursos forestales,
su recuperación puede demorar mucho tiempo y exigir numerosos esfuerzos.
La reforestación es necesaria
para salvar la estabilidad
térmica de nuestro planeta, pero esta tarea no debe quedar solamente en manos
del gobierno o de los propietarios de grandes extensiones de tierra; por el
contrario, todos podemos participar con nuestro granito de arena, que
puede consistir en plantar un árbol frutal u ornamental en el espacio que
tengamos disponible, el cual puede ser tan grande como un jardín o tan pequeño
como una maceta.
Es importante comprender que la reforestación no es un proceso
unidimensional, por lo cual no consiste simplemente en recuperar los
árboles que se hayan perdido en la deforestación, sino que existen diferentes
técnicas que deben combinarse para llevarlo a cabo con éxito. Resulta muy fácil
deforestar, pero muy lento y complicado reforestar, con muchas más
probabilidades de error.
Algunos de los factores que
deben tenerse en cuenta a la hora de elaborar un plan de reforestación se
encuentran los siguientes:
* el clima:
decisivo en cuanto a la clase de árboles que se pueden sembrar, ya que
no todos resisten el frío o el calor extremos, por ejemplo;
* lluvias:
la humedad a es
otro de los puntos fundamentales, ya que cada especie de árbol tiene sus
propias necesidades al respecto;
* el terreno:
si bien ciertos tipos de árboles poseen una gran adaptabilidad, otros
solamente consiguen desarrollarse si se encuentran en terrenos con
características muy específicas;
* altura: cada especie de árbol tiene un límite con respecto a la altura sobre
el nivel del mar para sobrevivir, por lo cual su reforestación ignorando este
factor acabaría en un inevitable fracaso;
* exposición solar: la competencia entre varias especies
de árboles por recibir la luz solar puede impedir el desarrollo de algunas de
ellas, incluso cuando se han respetado todas las consideraciones anteriores.
Del mismo modo, demasiada exposición solar puede ser fatal para algunos tipos
de árboles;
* densidad de población: la distancia entre un árbol y otro debe ser adecuada para que todos
puedan acceder a la luz solar y a los nutrientes
necesarios para su crecimiento;
* profundidad del suelo: para una reforestación exitosa también se debe prestar atención al
sistema radicular de cada especie de árbol, ya que no todos pueden crecer en
suelos de igual profundidad.
Objetivos de la reforestación
La reforestación puede estar orientada a:
- Mejorar áreas verdes y el medio ambiente
- Mejorar el desempeño de la cuenca hidrográfica, protegiendo al
mismo tiempo el suelo de la erosión.
- Producción de madera para fines industriales.
- Crear áreas de protección para el ganado, en
sistemas de producción extensiva.
- Crear barreras contra el viento
para protección de cultivos.
- Frenar el avance de las dunas
de arena.
- Proveer madera para uso como combustible doméstico.
- Crear áreas recreativas.
Para la reforestación pueden utilizarse especies
autóctonas (que es lo recomendable) o especies importadas, generalmente de
crecimiento rápido.
Las plantaciones y la reforestación de las tierras
deterioradas y los proyectos sociales de siembra de árboles producen resultados
positivos, por los bienes que se producen y por los servicios ambientales que prestan.
Si bien se puede decir que la reforestación en principio
es una actividad benéfica, desde el punto de vista del medio ambiente, existe
la posibilidad que también produzca impactos ambientales negativos
Como derivados de la actividad de reforestación se pueden
desarrollar actividades relacionadas con:
- Producción de plantas (viveros).
- Producción de madera, pulpa e celulosa, postes, frutas, fibras y combustibles.
Impactos ambientales
Las reforestaciones y sus
componentes que contemplan la siembra de árboles para producción o para
proteger el medio ambiente tienen impactos ambientales positivos también
negativos.
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Impactos positivos
Las plantaciones y la reforestación
de las tierras deterioradas y los proyectos sociales de siembra de árboles
producen resultados positivos por los bienes que se producen y por los servicios ambientales que prestan.
Reducción
del uso de bosques naturales como fuente de combustible
Las plantaciones ofrecen la mejor
alternativa a la explotación de los bosques naturales para satisfacer la
demanda de madera y otros productos combustibles. Las plantaciones que se realizan
para la producción de madera, generalmente emplean las especies de crecimiento
más rápido y el acceso y la explotación son más fáciles que en el caso de los
bosques naturales pues dan productos más uniformes y comercializables.
Asimismo, las plantaciones comunitarias para la producción de leña y forraje,
cerca de los poblados, facilitan el acceso de los usuarios a estos bienes y, a
la vez, ayudan a aliviar la presión sobre la vegetación local, que puede ser la
causa del corte y pastoreo excesivo. El pastoreo se establece, generalmente, en
los terrenos marginales o inapropiados para la agricultura (p.ejem. los
terrenos forestales existentes o las zonas deterioradas); las plantaciones
originan un uso beneficioso y productivo de la tierra que no compite con los
usos más productivos.
Incremento de los servicios
ambientales
La reforestación aporta una serie de
beneficios y servicios ambientales. Al restablecer o incrementar la cobertura
arbórea, se aumenta la fertilidad del suelo y se mejora su retención de
humedad, estructura y contenido de nutrientes (reduciendo la lixiviación,
proporcionando abono verde y agregando nitrógeno, en el caso de que las
especies utilizadas sean de este tipo). Si la falta de leña obliga a que el
estiércol se utilice como combustible, en vez de abono para los campos
agrícolas, la producción de leña ayudará, indirectamente, a mantener la
fertilidad del suelo. La siembra de árboles estabiliza los suelos, reduciendo
la erosión hidráulica y eólica de las laderas, los campos agrícolas cercanos y
los suelos no consolidados, como las dunas de arena.
La cobertura arbórea también ayuda a
reducir el flujo rápido de las aguas lluvias, regulando, de esta manera, el
caudal de los ríos, mejorando la calidad del agua y reduciendo la entrada de
sedimento a las aguas superficiales. Debajo de los árboles, las temperaturas
más frescas y los ciclos húmedos y secos moderados constituyen un microclima
favorable para los microorganismos y la fauna; ayuda a prevenir la laterización
del suelo. Las plantaciones tienen un efecto moderador sobre los vientos y
ayudan a asentar el polvo y otras partículas del aire.
Al incorporar los árboles a los
sistemas agrícolas, pueden mejorarse las cosechas, gracias a sus efectos
positivos para la tierra y el clima. Finalmente, la cobertura vegetal que se
establece mediante el desarrollo de las plantaciones en gran escala y la
siembra de árboles, constituye un medio para la absorción de carbono, una
respuesta a corto plazo al calentamiento mundial causado por la acumulación de
dióxido de carbono en la atmósfera.
La incorporación de árboles, como
parte de un programa forestal social, puede tener diferentes formas, incluyendo
las arboledas comunitarias, las plantaciones en el terreno gubernamental o en
las vías de pasaje autorizado, alrededor de los terrenos agrícolas, junto a los
ríos y al lado de las casas. Este tipo de plantación causa pocos impactos
ambientales negativos. Los árboles dan productos útiles y beneficios ambientales
y estéticos. Los problemas comunes que surgen de estas actividades son de
naturaleza social.
Los árboles sembrados para
protección, por ejemplo, como fajas protectoras o guardabrisas o para
estabilizar las laderas, controlar la erosión, facilitar el manejo de cuencas
hidrográficas, proteger las orillas de los ríos o fijar las dunas de arena, son
beneficiosas por naturaleza y proveen protección y servicios ambientales. Si
surgen problemas, muy probablemente, serán sociales (cuestiones de tenencia de
las tierras y los recursos).
Impulsa la acción ciudadana en
defensa del medio ambiente, participando en acciones forestales, sensibilizando
a la población, incentivando la participación social y promueve la educación
ambiental. Las reforestaciones participativas son plantaciones organizadas por
asociaciones de voluntariado ambiental, centros educativos, ayuntamientos, etc.
con el objetivo de mejorar, restaurar y conservar espacios naturales degradados.[2]
Impactos negativos
Las grandes plantaciones comerciales
tienen el potencial para causar efectos ambientales negativos de mucho alcance
y magnitud. Los peores impactos se sienten donde se han cortado los bosques
naturales para establecer plantaciones.
Impactos sobre la estructura del suelo
Como cualquier otro cultivo
agrícola, las plantaciones de árboles de crecimiento rápido y ciclo corto
pueden agotar los alimentos del suelo y reducir la fertilidad del sitio, al
eliminar, repetidamente, la biomasa y trastornar el suelo. Este es el caso,
también para las rotaciones de ciclo largo, pero los efectos son menos notorios:
la compactación de la tierra y los daños que ocurren durante el desbroce del
sitio (remoción de la vegetación por medios físicos o quemado), la preparación
mecánica y la cosecha. Puede ocurrir erosión en las plantaciones si la
cobertura es incompleta o falta monte bajo. La acumulación de hojarasca debajo
de las plantaciones aumenta el riesgo de incendio y reduce la infiltración de
las agua de lluvia y si predominan una o dos especies en la hojarasca, se puede
cambiar las características químicas y bioquímicas del suelo. Las hojas muertas
de las plantaciones coníferas (pinos) pueden acidificar el suelo.
Conflicto de intereses con otros usuarios del agua para riego
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El agua de retorno de las
plantaciones con riego, ubicadas en las zonas semiáridas, puede ser salina,
haciendo que sea menos útil para otros usos y bajando la calidad de las aguas
superficiales, pueden contaminar el agua superficial y freática y representar
un peligro directo para la salud de todas las personas que las utilicen.
Historia de la reforestación en España
Probablemente la reforestación
sea tan antigua como el Hombre. Se sabe que los legionarios romanos tenían órdenes de esparcir por los montes de las tierras
conquistadas frutos de árboles, como castañas
y bellotas,
por si en futuras campañas fuesen necesarios alimentos suplementarios para sus
ejércitos.
También son muy antiguas las
disposiciones en las que se obligaba a que por cada árbol cortado se plantasen
varios, especialmente a partir del Renacimiento,
con el incremento de la construcción naval al generalizarse el comercio
marítimo. “Una cosa deseo ver acabada de tratar. Y es lo que toca la
conservación de los montes y aumento de ellos, que es mucho menester y creo que
andan muy al cabo. Temo que los que vinieren después de nosotros han de tener
mucha queja de que se las dejemos consumidas. Y ruego a Dios que no lo veamos
en nuestros días.” (Felipe II, al Presidente del Consejo de Castilla, 1582).
Las primeras repoblaciones
sistemáticas con criterios científicos y técnicos son, sin embargo, recientes,
siendo España uno de los países pioneros de las mismas.
Tras siglos de mengua de los bosques españoles, por
pastoreo, incendios, talas y roturaciones, y a pesar de los intentos para su
protección desde el siglo XVI y, especialmente, durante el XVIII por ser la
madera un sector estratégico para la Armada, la puntilla a los bosques españoles
vino del proceso desamortizador de la primera mitad
del siglo XIX.
A fin de dar liquidez a las
arcas del Estado se pusieron en venta cerca de 7 millones de hectáreas de
montes públicos incautados previamente a los municipios, al clero y a otras
“manos muertas” poco productivas, acabando muchos de ellos roturados. Pocos años
después se produjeron espantosas riadas, con gran erosión y pérdida de
terrenos, arrastre de materiales y cientos de muertos, acusándose de tales
desastres a la falta de cobertura vegetal de los montes, incapaces de
retenerlas.
Ante esto, se propusieron
medidas para proteger las masas arboladas que aún quedaban, realizándose en
1859 la primera Clasificación General de los Montes Públicos, en 1862 el
Catálogo de Montes de Utilidad
Pública exceptuados de desamortización, y aprobándose en 1877 la
Ley de Repoblaciones Forestales, que llegaba a plantear una repoblación
forestal masiva del país.
También, para contener estas catástrofes,
al comenzar el siglo XX se crearon las Divisiones Hidrológico-Forestales,
embrión de las Confederaciones Hidrográficas, que son los
organismos que actualmente gestionan los grandes sistemas hidrográficos españoles. Resultarían
ser una notable contribución a la gestión del Medio Natural, hasta tal punto
que la Unión Europea acabaría extendiendo la idea a
todas las cuencas europeas a través de las Demarcaciones Hidrográficas que
establece la Directiva Marco del Agua.
No fue, sin embargo, hasta la SEGUNDA REPUBLICA ESPAÑOLA, en los años 30
del siglo XX, cuando comenzó a gestarse un plan realista para reforestar el
país: el Plan General para la Repoblación Forestal de España, que no
pudo fraguar hasta concluida la Guerra Civil (1936-1939), siendo
presentado en 1939 por sus autores Luis Ceballos y Fernández de Córdoba y Joaquín Ximénez de Embún.
internacional de referencia, para acabar siendo fuertemente criticadas al advenimiento de la Democracia, finales de los años 70 y durante los 80, como labores autarquicas, totalitarias y propias del Franquismo.
Sin embargo, durante los año 1990,
con la Democracia plenamente consolidada, la acción repobladora recobró nuevas
fuerzas de la mano de las Comunidades Autónomas, a las que el Estado había
transferido las competencias forestales.
Más entonadas con los
requerimientos ambientales y sociales, y bajo parámetros que favorecían el
empleo de especies frondosas autóctonas, los trabajos cofinanciados por la
Unión Europea se centraron fundamentalmente en terrenos agrícolas particulares
poco productivos, alcanzándose ritmos de reforestación cercanos a los de los
años 50.
En la actualidad, las labores
de forestación y reforestación se engloban dentro de los diferentes planes
forestales autonómicos y el Plan Forestal español 2000-2032, que de alguna
manera, retoma el espíritu original de L. Ceballos y J. X. Embún.
Según datos de la Sociedad
Española de Ciencias Forestales, los 12 millones (M) de hectáreas (ha)
arboladas que quedaban en 1860 habrían seguido reduciéndose hasta el mínimo
histórico de 11 M ha de 1950, incrementándose a partir de entonces hasta los 18
M ha de 2011 (FAO),3
de las cuales, unos 5 M ha provendrían de trabajos de forestación y
reforestación. En la actualidad, España, junto con Israel, es un país punta de
lanza en tecnologías de restauración y reforestación forestal.
muy bonito, excelente trabajo
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